Aceptándose,aceptándome.


ACEPTÁNDOSE, ACEPTÁNDOME



Cuando fuí mamá de Efraín, mi hijo mayor, fue cuando me surgió el volver a conectar con mis raíces. Porque ¿cómo iba a contarle a mi hijo adoptado, cuya parte biológica, quizás, nunca conocería, sus    raíces étnico-culturales, si no iba a conocer bien las de su propia madre adoptiva? Porque yo sabia que a él siempre acabarían haciéndole las mismas preguntas, una y otra vez,  sobre la procedencia de sus madres (la adoptiva y la biológica). Y es más, alguna vez se encontraría con gente que quisiese hacerle daño metiéndose con mi color de piel, o el suyo.
Uno de los cambios que se produjo en mi, tras ver que podía dar de mamar a mi hijo, fué decidir con mi marido que criaríamos a Efrain de la forma más natural posible, respetando sus ritmos de crecimiento y aprendizaje. Al igual que, dar a su cuerpo los nutrientes más naturales, ecológicos y menos procesados posibles. Ésto indirectamente, me hizo replantearme  la convenienza de dejar de proporcionar, a mi propio cuerpo (piel y pelo)
tantos productos cosmeticos (derivados del petróleo) y  a la larga dañinos. Sobre estos daños ya escribiré otra entrada, más largo y tendido.

Me hizo darme cuenta que esa normalidad y rutina adquirida con los años desde pequeña de alisarme el pelo con químicos derivados del petróleo, me hacía parecer como que no terminaba de aceptar mi tonalidad de piel y pelo Afro natural, propias de mi ascendencia cultural africanas. Hasta llegar a ese punto, mi pelo y mi relación con él han pasado por  muchas fases. Al igual que el decidir, por convicción y privilegio, el ampliar y combinar elementos africanos y occidentales-españoles en mi  indumentaria del día a día. 

Transmitir a Efraín la imágen de una mamá segura y orgullosa de sus orígenes y negritud, es un arma muy valiosa, que le permitirá afrontar cualquier tipo de comentario-actitud racista contra su madre o contra él mismo.
Esta aceptación es necesaria para ayudar a que nuestro Efraín, que a parte de deber aceptar poco a poco su condicion de adoptado, también iba a deber de aceptar su rasgos y color de piel propios de él. Rasgos tan diferentes a los míos, propios negroides o los de su padre, mi marido y su hermano pequeño que son blancos. Con lo que el ejemplo y referencia partirían de mi propia aceptación sin duda alguna.
Otro de los elementos claves, gracias a fijarme en los requisitos que exijen en  adopciones transrraciales en países como EEUU, es lo conveniente de rodear a nuestros niños de amistades o gente con rasgos físicos parecidos a los de sus padres adoptivos y de él mismo. Gracias a Dios, en España, actualmente hay mucha población con sus mismos rasgos. Y con rodearle de gente con su mismos rasgos, no me refiero a sólo gente puntual, sino a gente cercana en la vida de nuestra familia. Gente amiga ocupando los más diversos puestos de trabajo, cultura, religión, deportes, etc. Así él sabrá que puede llegar a ser lo que él quiera y se proponga como meta a lo largo de su vida. Ellos podrán ser un referente para Efraín, a la hora de ver cómo se han desenvuelto en temas tan delicados y siempre presentes, como es el racismo en la sociedad española.

Recuerdo nuestro primer viaje fuera de España, a Londres más concretamente. Efraín ya desde el Aeropuerto no paró de decir sorprendido: "Mamá, mira, una mujer como tú, y otra y otra. Mira mamá una mujer color chocolate como tú conduciendo un taxi, siendo azafatas, policías, recepcionistas, profesoras".



 










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